Curiosidades históricas de Tamayo

¿Un terremoto en Tamayo?

Según el Diccionario geográfico-estadístico –histórico de España y sus posesiones de Ultramar de Pascual Madoz, editado a mediados del siglo XIX, sucedió durante estos años un curioso fenómeno en Tamayo que podríamos calificar de terremoto. Tal y como se recoge textualmente el Diccionario.

En los días 19 y 20 de Marzo de 1848, que fueron de terror y espanto para los vecinos d e esta población, ocurrió un horroroso fenómeno que pudo haberla hecho desaparecer de la faz de la tierra; dejaremos aquí consignado este acontecimiento de terrible recuerdo para la admiración de la posteridad. Un arriero que salía de la población principió a sentir que la tierra se conmovía a sus pies, y asustado retrocedió como pudo a ella, donde contó lo que sucedía. No tardaron las gentes en convencerse de la certeza de cuanto el arriero les contaba. Las piedras se sacudían unas con otras; la tierra ostensiblemente avanzaba hacia el lugar; el viñedo y los árboles frutales que allí había desaparecieron, convirtiéndose aquel sitio ameno en peñasco árido y escabroso, las colinas y las lomas en llanos, los llanos en terrenos desiguales y elevados. Ninguno conoce sus heredades, por haberse borrado las señales de sus respectivos linderos. Uno busca su heredad de trigo en el punto donde debía estar, y la encuentra sembrada de patatas, y así los demás; de suerte que nadie absolutamente conoce sus propias fincas. Lo más particular que ofrece este fenómeno es su larga duración, sintiéndose por dos días continuos, aunque con más o menos violencia. El cielo se cubrió como de polvo por aquella parte donde tuvo lugar esta catástrofe, que afortunadamente no llego al pueblo de Tamayo mas que a una casa que se derribó; a pesar de su proximidad a Oña nada percibieron ni sufrieron estos habitantes hasta la relación de los de Tamayo.

Los hidalgos de Tamayo

Al igual que sucede con otros muchos pueblos del Norte de nuestra provincia, la mayor parte de los habitantes de Tamayo aparecen reflejados en los censos de época moderna como pertenecientes al estamento nobiliario.

Según el Catastro del Marqués de la Ensenada, de 1752, vivían en el pueblo 21 vecinos (cabezas de familia) nobles, dos vecinos jornaleros nobles, dos habitantes (personas no domiciliadas en la localidad) también nobles, tres sacerdotes y diez viudas. En este mismo censo se observa que de los 115 vecinos de Oña sólo 32 pertenecían al estamento nobiliario. A pesar de que para esta época la hidalguía estaba ya muy devaluada y en la práctica no había grandes diferencias económicas entre esta especie de baja nobleza y el resto de la población, los hidalgos de Tamayo disfrutaban de una desahogadas rentas gracias al negocio de arriería principalmente, tal y como se observa en citado Catastro. Así mientras que los 115 vecinos de Oña disfrutaban de unas rentas anuales 71.071 reales de vellón, los 25 vecinos de Tamayo llegaban a los 65.663 reales de vellón anuales.

Mario Pereda

Curiosidades históricas de Oña