Carmen Angulo Villarías (Oña, 1911):

Una vida entre fogones

carmen angulo

Sus padres regentaron la fonda del pueblo y recuerda con agrado la vitalidad de la gente joven que pasaba o trabajaba en ella. Aunque ayudaba en el comedor o en las habitaciones, Carmen tenía tiempo para ir a bailar a los pueblos de alrededor, pero a las diez había que estar en casa porque a esa hora se apagaba la luz, cuando los jesuitas se iban a la cama.
Carmen Angulo vivió el cambio de los coches de caballos por los automóviles, de los carros por las camionetas. Su familia se dedicaba también al transporte de viajeros y mercancías. Eran los tiempos en los que la fonda de Oña podía acoger a un ingeniero de montes inglés, que se caía de un segundo piso y no se rompía ni el reloj, o a un médico sonámbulo, al que había que cerrar con candado el balcón.
Durante la guerra la fonda fue ocupada por los soldados. Se pasaba hambre y por eso en el convento los jesuitas repartían el rancho a las mujeres que acudían con su puchero. Con su marido fundó después la Fonda Once Brutos, que todavía está en marcha.