Abd Al-Rahman III Y el castillo de Oña
Una de las menciones más antiguas que tenemos sobre Oña es la que hace el cronista musulmán Ibn Hayyan en su obra Muqtabis, en la que se menciona la destrucción de un castillo y un monasterio en Oña en el año 934 durante la campaña de Osma por Abd al-Rahman III, primer califa independiente cordobés. Posteriormente, en un documento fechado en el año 967 se cita el alfoz de Oña, lo que hace pensar que la fortificación fue reconstruida, ya que este tipo de distritos territoriales dependían invariablemente de un castillo.
El príncipe negro
En el año 1367, Oña y su monasterio fueron totalmente saqueados por las tropas del Príncipe Negro, que había acudido a Castilla en ayuda del rey Pedro I el Cruel contra su hermano bastardo Enrique de Trastámara. El Príncipe Negro era conocido así por el color de la armadura que suaba y se llamaba en realidad Eduardo de Woodstock, hijo de Eduardo III de Inglaterra. Se había distinguido en el combate en Francia, en el marco de la Guerra de los Cien Años, donde su padre le cedió los principados de Gascuña y Aquitania. Tras la batalla de Nájera, al no recibir las recompensas prometidas por Pedro I se dedicó con sus compañías al saqueo de varias localidades y monasterios antes de regresar a Francia.
Se dice que el abad del monasterio, don Lope, enloqueció ante el pillaje y las destrucciones causadas por los soldados del Príncipe. Su sucesor, el abad don Sancho ordenó la fortificación del monasterio para evitar hechos como estos. Eduardo de Woodstock moriría en 1376, a consecuencia de una enfermedad contraída durante su estancia en Castilla. Por su parte, Pedro I el Cruel murió asesinado en Montiel en 1369, posibilitando el acceso el trono de su hermano, que reinó con el nombre de Enrique II hasta su muerte en 1379.
La relajada vida de algunos monjes de Oña
Hacia finales del siglo XVIII la vida monástica en el monasterio de Oña llegó a unos niveles de relajación sorprendentes. Según las cartas del prior fray Iñigo Alonso Guerra al Visitador General de su Orden, dentro del monasterio los monjes vivían ociosos sin cumplir las Reglas, ausentándose de los oficios y comp0itiendo entre ellos por conseguir cargos que llevaran implícitos beneficios personales. Además, los monjes que disfrutaban de mejor posición económica vestían lujosamente, contrataban criados para su servicio personal y decoraban sus celdas hasta transformarlas en lujosas residencias “algunas, tan espléndidas que se podrían comparar en magnificencia y lujo al del más poderoso Grande de España”, tal y como escribe el prior en sus cartas.
El Milenario Cubillo
La actual torre del reloj de Oña es en realidad una de las torres de la antigua muralla de fortificación que protegía el recinto urbano p0rimitivo de la villa, y su construcción se remonta nada menos que al siglo X. Posteriormente, en tiempos del abad don Sancho (1381-1449) se decide fortificar el monasterio ante la inestabilidad que se vivió en Castilla durante las guerras civiles. El Cubillo es incorporado entonces a la nueva muralla del monasterio (que llegó a contar hasta con doce torreones), adquiriendo la configuración que tiene en la actualidad.
Oña y el vino
El cultivo de la vid y la elaboración de vinos tuvieron gran importancia en la villa durante la Edad Media y la época moderna. En la documentación medieval conservada se aprecia la gran extensión que llegaron a tener los viñedos en los alrededores del pueblo, gran parte de los cuales eran propiedad del monasterio. Éste tenía importantes privilegios en relación a la producción y comercialización del vino, ya que en el fuerote 1190 se establecía que ningún vecino podía comenzar su cosecha hasta que se hubiese finalizado la de las tierras del monasterio, estando además obligados todos los vecinos a vendimiar dos viñas al abad. En 1392 se registraron importantes tumultos en el pueblo al tratar el monasterio de reimplantar estos derechos, caídos ya en desuso. Posteriormente, a principios del siglo XVI, Andrea Navaggiero, embajador de la República de Venecia cita en su ¨Viaggio in Spagna”, que “hay en Oña en las bodegas de los frailes (que siempre es la cosa más notable que suelen tener estos santos padres) algunos toneles tan grandes que caben en cada uno treinta mil cántaras”, lo cual supondría que cada uno de estos toneles tendría una capacidad de más de ¡medio millón de litros!
La judería de Oña
De forma contraria a lo que se piensa habitualmente, la judería de Oña no se encontraba en la calle Barruso. Según se desprende de la documentación de época medieval del monasterio se observa que los judíos tenían sus casas entre los cristianos, sin constituir un barrio aparte, principalmente en la calle de la Maça, donde se encontraba también la sinagoga. Esta pequeña pero poderosa comunidad fue objeto de las iras populares en 1391, cuando se incendió la sinagoga y se saquearon las posesiones de los judíos, que se refugiaron en Briviesca. A partir de 1405 comienzan a regresar algunas familias y se reconstruye la sinagoga sobre los restos de la antigua, manteniéndose en funcionamiento hasta la expulsión decretada por los Reyes Católicos en 1492.
Mario Pereda