El dragón de Valdoso (resumen del cuento infantil)

 

El Duende de Portillo Amargo, un ser inmortal, cuenta como el valle de Oña era un enorme mar hace millones de años, como todavía se puede apreciar en los fósiles que se pueden recoger por sus alrededores. Nuestro narrador también recuerda cuando las enormes placas de la tierra comenzaron a moverse y aparecieron las montañas y cómo el agua comenzó a escapar por el desfiladero por el que ahora transcurre el río Oca.

El Duende de Portillo Amargo también vio cómo llegaron los primeros humanos y cómo empezaron a pescar, a cazar y a vestirse. Después, cuando los autrigones formaron pequeños poblados, el duende se fijó en una niña llamada Susenes, que estuvo a punto de ser engullida por un dragón viejo y hambriento que señoreaba por esas tierras. Salvada por su padre Pociles, el dragón tuvo que huir malherido dejando un reguero de sangre y fuego que se convirtió en el río Oca.

Tras un tiempo de exilio y reflexión, el dragón decidió cambiar de vida y ayudar a los humanos. Volvió para refugiarse en las grutas del lugar llamado Valdoso, donde ahora existe un enorme manantial alimentado por los animales mitológicos y fantásticos relacionados con el agua. En ese paraje salieron de repente tres montículos con un nogal encima de cada uno de ellos, uno por cada cabeza del dragón. Todavía existen esos nogales y sus frutos son las lágrimas del dragón cuando está triste. Los niños de Oña tienen la costumbre de llevar en el bolsillo una de esas nueces y tocarla cuando necesitan la protección del dragón.

La preferida del dragón era Susenes y calentaba para ella y solo para ella, cuando se tenía que bañar, las frías aguas del manantial de Valdoso. Todo esto lo hacía el dragón en secreto, porque era muy vergonzoso, hasta que el Duende de Portillo Amargo descubrió que había regresado. A cambio de que el duende mantuviera su secreto como generador del agua, el dragón se comprometió a bajar a jugar con los niños y niñas de Oña a la fuente de Socastillo, una vez al año. Y así lo hace desde hace siglos, aunque hay que estar ojo avizor y tener un poco de suerte para coincidir con el dragón en el día y la hora, ya que se presenta sin avisar.