El objetivo de este estudio es recoger y fijar la toponimia del término municipal de Oña, sin incluir sus pedanías, que ocupa una superficie de unos 65 kilómetros cuadrados. La recogida de estos topónimos es una tarea imprescindible, puesto que dentro de no muchos años se habrán perdido irremediablemente debido al despoblamiento de las zonas rurales y al ocaso de los oficios relacionados con el campo y el pastoreo, últimos guardianes de la memoria toponímica. Oña es una localidad del norte de Burgos, situada en el curso alto del Ebro, dentro de la zona considerada como solar donde nació el castellano. Los topónimos que actualmente tienen vigencia se han recogido a través de encuestas orales y de mapas. La toponimia de origen medieval ha sido obtenida de los numerosos documentos que aparecen en las colecciones diplomáticas de Juan del Álamo, Isabel Oceja y Francisco Ruiz Gómez. Existen topónimos documentados incluso antes que la fundación del monasterio de Oña, en el año 1011. El estudio clasifica los topónimos actuales por campos semánticos referidos al terreno, la flora y la fauna o asociados al agua, los caminos, las construcciones y la actividad económica. Se hace un seguimiento diacrónico de los topónimos vigentes que tienen un origen medieval y se ofrece una relación de aquellos nombres de la Edad Media que no han perdurado hasta nuestros días. El trabajo completa su carácter lingüístico al abordar la toponimia de Oña también desde las vertientes fonética, morfosintáctica y léxica.