Las Edades 2012

Recorrido por la exposición ‘Monacatus’

‘Las Edades del Hombre’ se hacen milenarias en Oña

La fundación Las Edades del Hombre aceptó organizar una exposición de arte sacro en el monasterio de Oña, la localidad más pequeña que ha acogido esta muestra en sus diecisiete ediciones, y decidió aprovechar toda la riqueza artística que se encierra dentro de los muros de la iglesia abacial de San Salvador para recrear un itinerario temático que explique la vida monástica, la cotidianeidad de los monjes en todas sus facetas. La abadía de Oña, habitada durante siglos por los benedictinos, se ha revelado como un lugar emblemático para reflejar una existencia que ha trascendido al hecho religioso.

 

El retablo del Cristo de Alonso de Zamora regresa a sus orígenes ....para la exposición
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La primera parada lleva por título ‘Dios: origen, regazo y meta’, que pretende explicar el significado de la vida religiosa y el origen de la vocación. Aquí podemos ver el óleo ‘Oración en el huerto’, de Goya, que el pintor aragonés entregó al final de sus días a los Escolapios. Goya presenta a un Jesús humanizado, en actitud agónica y desconsolada.

Pero, sin duda, la obra que más brilla en este espacio es el Cristo románico de Santa Tigridia (Oña, siglo XII), del que sobresale su rostro de sufrimiento contenido. Con motivo de esta exposición, el Cristo se ha reencontrado con el retablo que hacia el año 1500 pintó el maestro fray Alonso de Zamora para esta imagen de

cuatro clavos, costillas en relieve y pecho en capelina, al estilo bizantino. El retablo ha regresado para la muestra desde la iglesia de San Nicolás de Espinosa de los Monteros, a donde fue trasladado desde el monasterio de Oña. Los temas pintados evocan a la pasión de Cristo, formando la escultura románica del Cristo, la Crucifixión, el eje del retablo, con el camino del calvario a la izquierda y la piedad a la derecha.

Otras obras que se pueden ver en este apartado son ‘Vocación de San Andrés’, del Maestro de los Balbases, ‘Cristo y la samaritana’, de Juan Sánchez Cotán, ‘Transfiguración del Señor’, del Círculo de Lucas Jordán, ‘Anunciación’, de Pedro Berruguete, y ‘Agnus Dei’, de Zurbarán.

El fresco de Santa María Egipciaca y la arquería románica del refectorio se integran en la muestra de arte sacro

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‘Retirados del siglo’ se denomina el segundo capítulo, que ilustra las renuncias que hicieron muchos hombres y mujeres, especialmente hasta el siglo III, para seguir el modo de vida ascético y de continencia de Jesús. Así surgieron los anacoretas, que se pueden considerar la primera expresión del monacato.

Alonso de Berruguete, con su estilo manierista, nos ofrece una escultura policromada de San Jerónimo, que representa al santo como eremita. La obra se encuentra en la iglesia de Nuestra Señora de Soterraña, en Santa María la Real de Nieva (Segovia). A sus pies, San Jerónimo, con una expresión en el rostro melancólica, tiene el león amansado y curado por él.

En el lado de la epístola de la iglesia de Oña aparece el fresco de Santa María Egipciaca, descubierto en los años 70 tras desmontar un retablo. Data del siglo XIV y muestra escenas de la vida de María, desde su lujuria inicial hasta su retiro en el desierto para hacer una vida eremítica.

Otra de las joyas de esta sección es la arquería del siglo XII, incompleta, que estaba en el antiguo refectorio del monasterio oniense, policromada, que servía de marco para unas pinturas murales que representaban la Santa Cena.

Destaca también los óleos sobre lienzo de El Greco, titulado ‘Alegoría de la orden de los camaldulenses’,  y de Juan Van der Hamen, ‘San Pablo ermitaño y San Antón’. Se muestra también un fondo de documentos sobre el monasterio de Oña, como la carta fundacional del siglo XI, el cartulario del siglo XIV que se custodia en el Archivo Histórico Provincial de Cantabria o un manuscrito miniado con la historia del monasterio, de finales del siglo XV, procedente de la Fundación Lázaro Galdiano.

 

3. La intimidad espiritual de los monjes

La cabecera de la iglesia acoge la parte más extensa de la exposición, bajo el epígrafe ‘A ti gloria y alabanza’. La oración, la celebración litúrgica, el canto, la lectura de la Biblia son la temática sobre la que giran las obras expuestas.


Elementos de la propia iglesia envuelven el discurso artístico, como la sillería coral en madera de nogal de Fray Pedro de Lorena (siglo XV), que queda espectacular con las imágenes de monjes proyectadas en los asientos. También destaca el retablo mayor y baldaquino de San Íñigo (siglo XVIII).

El relieve del ‘Cristo en Majestad’ es una obra que custodia la parroquia de San Nicolás de Bari, de Santibañez de Zarzaguda (Burgos). Fechada en torno al año 1200, por su tamaño, más de un metro de alto, y su proyección volumétrica, esta escultura románica debió de presidir un conjunto monumental, aunque su forma dificulta su posición en un tímpano.

Un especial encanto adquiere el conjunto de vírgenes colocado junto a la sillería: la Virgen de la Buena Mañana, la Virgen de la Pera o la Virgen con el Niño. El resto del grupo está compuesto por un ‘Lignum Crucis’ (siglos XI-XII) de plata sobre alma de madera y piedras preciosas, llegado del monasterio cisterciense de Carrizo (León), un hostiario del siglo XIII del taller de Limoges, en cobre dorado, grabado y esmaltado de azul, y una arqueta del siglo XII, también de Limoges, que está actualmente en la abadía de Silos. Un cantoral, la Biblia de Burgos, la Biblia de Cardeña y una Biblia visigótica completan una serie de textos utilizados en la liturgia.

 

4. De reyes, condes y monjes

Los reinos estuvieron muy vinculados en sus inicios al monacato. La repoblación hacia el sur estuvo acompañada de la implantación de monasterios. El tercer conde de Castilla, Sancho García, fundó en 1011 el monasterio de Oña. En esta sección, ‘Monacato y monarquía’, la iglesia abacial de Oña vuelve a ser determinante en el contenido de la exposición, ya que nos muestra el panteón real y condal donde están enterrados Sancho III el Mayor de Navarra, Sancho II de Castilla o el conde Sancho García. Data de finales del silgo XV y fue construido por Fray Pedro de Valladolid. Está realizado en madera de nogal, trabajada en relieve, y con labores de taracea en boj en los sepulcros. Los fondos están decorados con sargas con temas relativos a la pasión de Cristo, pintados por Fray Alonso de Zamora.

Destaca también la aljuba bordada del conde Sancho García, un tejido cordobés del siglo X (con el motivo del caballo y el azor, logotipo de la Asociación de Estudios Onienses), o la túnica del infante don García, hijo de Alfonso VII. De relevancia también es el Libro Becerro de San Millán de la Cogolla, un códice latino en letra carolina-galicana, en el que se recoge el documento en el que aparece por primera vez la denominación ‘Castilla’, ligada al monasterio de Taranco, en el Valle de Mena.

5. La vida cotidiana en un monasterio

Las comunidades monásticas siempre han procurado asentarse en lugares alejados de las ciudades y de las aglomeraciones humanas. Del inhóspito desierto se pasó al campo, a espacios apartados pero ricos en agua y vegetación. En este marco, la vida de los monjes se rige por la Regla de San Benito, de la que se expone un códice manuscrito del siglo XV perteneciente a la abadía de San Isidro de Dueñas (Palencia). En la exposición se recrea la austera celda de un monasterio. La lucha contra el diablo y sus vicios, fuente de todos los males, es una de las constantes de la ascética de los monjes. Varias obras representan este aspecto, como  ‘Las tentaciones de un santo’, de Eduardo Barrón, escultura procedente del Museo de Zamora y construida en yeso patinado.

Este capítulo lleva por lema ‘Los trabajos y los días’ e incluye numerosas muestras del trabajo de los monjes y de los utensilios que empleaban. Se expone un llamativo abanico de mapas y una colección facsímil de beatos, además de varios bácu

6. Los fundadores y difusores del monasticismo

La sección se denomina ‘Dones y carismas’ y presenta una síntesis de los fundadores y difusores de los carismas monásticos a lo largo de los siglos. En la sala capitular de estilo románico podemos apreciar a ‘San Bruno’, fundador de los cartujos, en una actitud recogida y portando en sus manos un calavera, como símbolo de su desengaño por la vida en la tierra. La obra es del taller de Francisco de Zurbarán y procede del palacio arzobispal de Sevilla. También se puede ver un óleo renacentista sobre tabla con ‘San Bernardo, Santo Domingo de Silos y San Jerónimo’ o un busto de este último santo esculpido por Gregorio Fernández en madera pintada de intensos colores. Mención especial merece el ‘San Benito’ pintado por Bayeu, un óleo sobre lienzo con el fundador de los benedictinos vestido con hábito negro y envuelto en nubes, y el pintado más recientemente por Vela Zanetti, de aspecto más rudo y pegado a la tierra.

7. Para terminar, un paseo por el claustro gótico

El claustro gótico de la iglesia de Oña aporta su propia belleza artística a la exposición y algunos de sus elementos más destacados, como el sepulcro en alabastro y jaspe del obispo Pedro González Manso, de Felipe de Bigarny, de 1537.


Otras obras han sido sacadas del interior de la iglesia al claustro, como el sepulcro de Pedro López de Mendoza, obispo de Termópolis, tallada en alabastro en 1559 tal vez por Esteban Jamete.

Forma parte también de la exposición una lápida sepulcral con un abad mitrado, vestido con cogulla, casulla y palio, un privilegio que se solía reservar a los arzobispos. Es un relieve en piedra de autor anónimo encontrado en Oña, del siglo XIV, durante la reciente reforma del piso del claustro. La lápida está incompleta, pero las torres que se adivinan en las esquinas superiores podrían significar la fortificación del monasterio de Oña. En concreto, este relieve estaba usado de losa por la parte lisa, por el reverso de la imagen.

También se pueden apreciar en el claustro varios capiteles románicos, entre ellos uno procedente del monasterio de San Pedro de Gumiel, o una inscripción en mármol, del siglo X, que es el epitafio de un abad de San Salvador de Tábara

La parte final de la exposición se compone de fotografías de monjes y monasterios españoles. Son reproducciones digitales de José Ortiz de Echagüe realizadas entre 1940 y 1950.

NOTA: Muchas de las explicaciones están sacadas del catálogo oficial de la exposición organizada por Las Edades del Hombre, titulada ‘Monacatus’, celebrada en Oña (Burgos) durante 2012.