“Sanación y muerte en el monasterio de Oña”, Boletín de la Institución Fernán González, 227, (2003), pp. 345-357.

Por Eduardo Rojo Díez

Se trata de un estudio sobre las enfermedades y las principales causas de muerte de los monjes benedictinos del monasterio de Oña entre los siglos XVII y XIX. La información se extrae principalmente de un necrologio sobre el cenobio oniense que se encuentra en la Biblioteca Nacional. Una de las principales causas de fallecimiento fue la hemiplejía y otras parálisis del cuerpo originadas por distintos motivos.

Los problemas de próstata son también una constante en el necrologio, en una época en la que ya se habla de intervenciones quirúrgicas para solucionar los episodios de “supresión de orina”. La tuberculosis, el tifus, la diabetes, infartos de miocardio son también algunas de las enfermedades que se describen aunque a veces no sean identificadas como tales.

Los archiveros que escribieron el necrologio oniense, además de referirse al proceso patológico, dejaron también numerosas y vivas anotaciones sobre la forma en la que el paciente afrontaba la enfermedad. Todas estas informaciones nos ayudan en la actualidad a diagnosticar casos de cáncer de hígado o cáncer gástrico y a relacionarlos con la dieta monástica.

El monasterio de Oña tenía bajo su dominio numerosos prioratos y esa condición de casa madre hace que muchos de los monjes dispersos por otros conventos vengan a morir a Oña. Para atender a los enfermos se disponía de una estructura sanitaria en la que no faltaban los médicos, los cirujanos, los boticarios y los enfermeros. De algunos de ellos se aportan datos sobre su persona y sus actividades, siendo los más destacados los relativos a los responsables de la farmacia.

En Oña los monjes tenían una botica que atendía también a los vecinos del pueblo y de los alrededores por una ventana que había en la portería. Durante la guerra de la Independencia la quisieron trasladar a Nofuentes para atender a los tropas y existe documentación sobre las pegas que puso el boticario, Fray Bernardo Briones, para acceder a ello. No ha quedado nada de esta botica, salvo una orza con el escudo del monasterio de Oña que se encuentra en un museo de Bilbao.